28 agosto 2007

CAMINO AL ÉXITO

Por Juan Abraham
Cuando comenzó su carrera nadie imaginó que Andino de La Rioja sería la primera parada de un largo camino de triunfos. El debut de Emanuel Ginóbili en la Liga Nacional y un despegue increíble.


Rubén Wolkowyski intenta tapar a Manu, nunca llegaría.

“Entrá, Sepo”. La orden fue clara. El momento había llegado. Pero no era Sebastián el que debía ingresar, sino el menor de los Ginóbili, Emanuel. El error no se podía disfrazar de casualidad. Era el producto de un largo camino de confusiones, de un “tire y afloje” constante, de una cinchada entre la madre del debutante y el técnico Oscar Huevo Sánchez, quien se encargó de dar el primer paso –fallido, por cierto- a un sueño.
La historia cuenta que Raquel Maccari, esposa de Jorge Ginóbili, nunca quiso que su hijo menor siguiera los pasos de sus dos hermanos mayores: Leandro y Sebastián. Ambos habían llegado a la Liga Nacional de Básquet (LNB) bajo el padrinazgo de Sánchez. Pero Manu –llamado así por su familia y luego ya en todo el mundo-, según su madre, debía ser contador. Nada de aros ni redes. Sin embargo, Huevo se lo quería llevar a Andino de La Rioja. Y no paró hasta conseguirlo. “Me acuerdo que vinieron al estadio una tarde cuando yo estaba entrenando. La cara de Raquel lo decía todo. Me quería matar. Ella siempre tuvo miedo de que le hicieran daño a Manu, lo veía muy flaquito”, recuerda el entrenador.
Pero no sólo la disconformidad se expresó en el rostro de la madre, sino que también en sus palabras. “`A éste no le vas a arruinar la vida´ decía mi mamá. Le prometí que iba a terminar el secundario allá y, al final, la convencí”, cuenta Manu años después. Y agrega: “No sabés lo que fue el viaje. Eran 1500 kilómetros desde Bahía Blanca, dieciséis horas arriba del auto con mi vieja diciéndome `volvé, dale´”.
Finalmente el objetivo se cumplió. La pensión de Andino albergó la fantasía de un chico que anhelaba llegar alto y dio lugar al primer eslabón de la cadena de éxitos que el destino le entregaría. Ahora faltaba lo segundo: el debut. “Mi sueño siempre fue jugar en la LNB”, explica Ginóbili. Y a la corta edad de 18 años, lo logró.
El día elegido fue el 29 de septiembre de 1995. Peñarol esperaba en su estadio –el Polideportivo Malvinas Argentinas- a un joven equipo de La Rioja. Por esos tiempos, nadie imaginaba que ese partido quedaría marcado en la historia del básquet argentino, por lo cual sólo cuatro mil personas disfrutaron del espectáculo. Ni siquiera la familia Ginóbili se encontraba entre las gradas. “No fuimos al partido. Para nosotros no era un acontecimiento muy especial. El había jugado muchos partidos en la liga local y ya estábamos acostumbrados a eso”, relata Jorge, el padre de Manu.
Desde el banco, el bahiense vio cómo el pitazo inicial del árbitro Quesada daba comienzo al encuentro. Estaba ansioso por entrar, aunque sabía que sería difícil: era uno de los últimos suplentes en la rotación. Pero, por primera vez, Ginóbili tomó contacto con ese don que sólo tienen unos pocos: estar en el lugar indicado en el momento justo. El experimentado equipo de Peñarol, con nombres como los de Héctor Pichi Campana y Marcelo Richotti, tomó el control del partido y sacó una diferencia de dieciocho puntos en la primera mitad. Por lo cual, el bajo rendimiento de los titulares de Andino desembocó en los primeros minutos de Manu dentro del rectángulo de juego como profesional.
“Él, prácticamente, no tenía posibilidades de jugar. Pero en ese partido entró y lo defendió al Pichi Campana. Fue increíble, metió como 18 puntos y ya se vio que tenía algo”, rememora Manuel Muguruza, compañero de Manu en ese equipo. Las estadísticas marcan que el bahiense no convirtió 18 tantos, sino sólo 9. Pero la perplejidad de Muguruza ante el juvenil agrandó su recuerdo, una clara marca de la imagen que Manu dejó plasmada en la cancha.
“Estaba desesperado. Entré y ya quería hacer algo. Me acuerdo de que la primera que agarré, la sacudí desde la punta y fue adentro. Me relajó un poco ese tiro”, revela Ginóbili.
La diferencia final fue de casi veinte puntos de ventaja a favor de Peñarol. El primer contacto con la pelota ya se había dado. Y aunque no había sido un buen resultado el obtenido colectivamente, Manu estaba contento con su rendimiento. Había jugado varios minutos y convertido tres triples. Nada mal para un debut. “Nos llamó y nos dijo que estaba feliz porque le habían salido las cosas bien”, narra Jorge Ginóbili.
Pero el torneo siguió. Y ese “juvenil desinhibido” –como lo calificaron los medios gráficos de Mar del Plata- fue cobrando importancia a medida que avanzaron los partidos. De ser uno de los menos tenidos en cuenta, pasó a formar parte del quinteto inicial y ser elegido como la revelación del campeonato. Creció en una temporada lo que a muchos les cuesta varios años y ayudó a su equipo a lograr la mejor ubicación de su historia: el tercer lugar.


“Éramos un equipo muy joven, creo que el más joven de la liga. Teníamos una gran ilusión e hicimos un gran campeonato. Él arrancó de menor a mayor. Pero era tremendamente competitivo, al final le terminó ganando el puesto a Gustavo Oroná”, afirma Muguruza. Y agrega: “Por lo menos en los equipos que jugué yo, nunca hubo un nivel tan bueno. Los suplentes a veces les pintábamos la cara a los titulares”.
Y como el destino le tenía preparado triunfar, vendrían muchas glorias más. Desde aquel viaje en auto desde Bahía Blanca a La Rioja hasta este presente, en que la planilla del primer partido se encuentra enmarcada y guardada como una de las mayores reliquias en la Asociación de Clubes (AdC). Una vez más Raquel Maccari debió darle la razón a Sánchez. Y como bromea él: “Una visionaria la madre, ¿no?”.

25 agosto 2007

EL ADELANTADO

Por Juan Abraham
Fue figura en el básquet y un gran dirigente del tenis. Un visionario en el juego y en las decisiones. Oscar Furlong y una historia que vale la pena contar.


Quizás nunca lo pensó. Tal vez lo determinó mediante un gran análisis previo. Lo cierto es que en la carrera de Oscar Furlong se puede encontrar y destacar un factor común: la visión de futuro. Desde sus comienzos en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque (GEVP) -primer hogar-, supo dejar marcado el parqué que lo vio nacer. Allí gestó el talento que lo luego lo llevó a cosechar una carrera plagada de logros, repleta de triunfos y, por sobre todas las cosas, inmensamente llena de respeto.
"Fui técnico de él en GEVP y luego en la Selección. Puedo asegurar que siempre fue un deportista destacadísimo", remarca Jorge Canavesi, el técnico del equipo argentino campeón del mundo en 1950. Pero a la hora de hablar de Furlong, Canavesi no esconde ningún elogio. Pese a la distancia en el tiempo, recuerda cada una de sus características: "Era un jugador muy táctico y un gran estratega. Buen distribuidor de juego y excelente rebotero, aunque no era demasiado alto".
Así es como, gracias a su magia, se consagró en el primer mundial de la historia del básquet, organizado en Argentina. En la final gastó el balón a más no poder. Convirtió veinte puntos y dejó rendido a sus pies a un confundido equipo norteamericano. El resultado fue 64 a 50 y el récord total del campeonato de 5-0; pero eso sólo es una muestra del increíble trabajo que desplegó el seleccionado en el torneo. "La clave fue la preparación física", explica Canavesi. Y agrega: "Furlong jugaba un básquet moderno, fue un adelantado para la época".
Luego de un gran desempeño en el básquet estadounidense -donde jugó en la universidad de Dallas-, debió volver al país por la muerte de su padre y hacerse cargo de la empresa familiar. Aquí había sido suspendido tras ser declarado profesional -en esa época todo debía ser amateur-. Por lo tanto tuvo que buscar un nuevo deporte y el tenis fue el elegido: "Jugaba desde muy chico en el Tenis Club Argentino, pero como en Gimnasia teníamos un equipo de básquet extraordinario me decidí por la naranja", contó Furlong en una entrevista de la revista Sólo Tenis. Y aunque muy pocos logran triunfar en dos deportes diferentes, Furlong lo consiguió. Fue un aceptable doblista y llegó a estar séptimo en el ranking nacional. "El básquet era su pasión, pero en el tenis fue un buen jugador, aunque en una época de un tenis de cabotaje e interno", resalta el periodista Luis Hernández.
Pero su mayor huella no la dejaría dentro de los límites de la cancha, sino que sentado en el banco. En 1966 Enrique Morea le ofreció ser capitán de la Copa Davis y él aceptó. Nadie podía imaginar que ese sería el comienzo de un gran cambio en el tenis argentino. "Le puso profesionalismo al equipo. Entrenamientos continuos, nada de mujeres, horarios de cena y de descanso. Le imprimió una mayor seriedad a la disciplina", analiza Hernández. Durante su mandato promovió nombres de la talla de Guillermo Vilas y José Luis Clerc, además de convivir con Ricardo Cano y Julián Ganzábal, entre otros.
Según dicen los expertos, Vilas respetó muchísimo a Furlong y aseguró que fue el único capitán, en serio, que tuvo en la Davis. También explican que cuando la puerta del vestuario se cerraba, Pillín -como lo llaman los amigos- daba muestras de su gran carácter y voz de mando. Lo cual se refleja en la historia, ya que fue capaz de suspender a Vilas. "Tenía un concepto muy amplio del tenis gracias a su anterior experiencia con el básquet. Sabía lo que era la presión y lo que era competir. Por eso cambió el concepto: fue el Menotti del tenis", sentencia Hernández.
Talentoso por donde se lo mire, triunfante donde se lo propuso; dejó su marca en el deporte nacional. Gracias a su virtuosismo deportivo, el Luna Park y el Tenis Club Argentino tienen algo en común con lo cual llenarse de orgullo: lo vieron jugar a Oscar Furlong.

Agradecimiento especial por la ayuda a Osvaldo Ricardo Orcasitas

22 agosto 2007

PING PONG A JORGE CANAVESI

Por Juan Abraham
/// TEMA: LA SELECCIÓN DE 1950
Fue el entrenador del equipo argentino que logró el Campeonato Mundial de 1950, el primero en la historia de la disciplina. También dirigió a Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque.


1 - Oscar Furlong
- Un gran estratega.

2 - Un motivo del título
- Jugabamos un estilo muy avanzado para la época.


3 - Una característica de la Selección de 1950
- La velocidad

4 - Las figuras
- Oscar Furlong y Ricardo González

5 - La clave
- El gran entrenamiento previo

6 - El tipo de entrenamiento
- Muy avanzado e intensivo: seis horas diarias.

7 - El juego
- De un estilo muy moderno

8 - Un buen rebotero
- Oscar Furlong

9- Ricardo González
- Un gran saltador

10- Tu especialidad
- La preparación física

ARRANCA EL TORNEO DE LAS AMÉRICAS

Por Juan Abraham
Diez equipos lucharán por las dos plazas para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Conocélos.


ARGENTINA
En busca de defender el título olímpico, obtenido en Atenas, llega al torneo con un plantel liderado por dos de sus jugadores NBA: Luis Scola y Carlos Delfino. No es candidato, lo cual le quitó presión al equipo, pero se ubica en el pelotón de los tres mejores equipos.

BRASIL
Junto con Estados Unidos, es uno de los candidatos a la final. Poseé un plantel plagado de figuras, entre las cuales resaltan los nombres de Leandrinho Barbosa (Phoenix Suns), Nené Hilario (Denver Nuggets) y Anderson Varejao (Cleveland Cavaliers).

ESTADOS UNIDOS
Luego de una larga cadena de fracasos, llega al certamen con un equipo muy fuerte. Se ganó el mote de favorito, y genera la sensación de que los demás pelearán por el segundo puesto. Kobe Bryant y Lebron James son sus estrellas.

MÉXICO
No cuenta con la presencia de Eduardo Nájera, su mejor jugador. Puede dar la sorpresa, pero no tiene un plantel con nombres de una gran jerarquía.

PUERTO RICO
A último momento, sufrió la baja de Daniel Santiago, una de sus figuras. Sin embargo, todavía tiene posibilidades. Bajo el liderazgo de Carlos Arroyo (Orlando Magic), intentará hacer un buen papel. Tiene el plus de ser un equipo que juega junto hace mucho tiempo.


URUGUAY
Es, sin duda, un equipo más fuerte que el de los últimos años. Esteban Batista, quien disputó la última temporada de la NBA en Atlanta Hawks, es una de las esperanzas uruguayas. Lo acompaña el último MVP del Torneo Nacional de Ascenso (TNA), Leandro García Morales. Su objetivo es el repechaje.

CANADÁ
Su rendimiento es una incógnita. El plantel está integrado por buenos jugadores, pero todavía no demostró nada. Samuel Dalembert, de Philadelphia Seventy Sixers, es su figura. Steve Nash, el mejor armador de la NBA, no participará en el torneo.

ISLAS VÍRGENES
Con muchos basquetbolistas en torneos estadounidenses (ABA, CBA y NBA) y uno en Españá (Víctor Cuthbert en Zaragoza), buscará conseguir la mayor cantidad de triunfos para clasificar al repechaje.

PANAMÁ
Varios de sus integrantes juegan en su país. Junto con Islas Vírgenes son los dos planteles con menos posibilidades. Jaime Lloreda (Navieros de Colón) y Rubén Garcés (Valencia de España) son sus esperanzas.

VENEZUELA
Contará con la presencia de su símbolo, Oscar Torres, y disputará el torneo con la idea de llegar, como máximo al cuarto puesto. Tiene muchos jugadores jóvenes.

BIENVENIDOS A CASA

Por Juan Abraham
/// ENTREVISTA A MANUEL MUGURUZA
Terminó su carrera en Juventud Sionista de Paraná, pero su profesión lo llevó por diferentes rumbos. Desde su Entre Ríos natal, donde hoy vive, hasta su parada en Andino de La Rioja, donde compartió equipo con un debutante muy especial: Emanuel Ginóbili.

Durante la temporada 2001/2002 en Estudiantes de La Plata

En el básquet, por sobre todas las cosas, se respira un ambiente familiar. Todos se conocen con todos, en las canchas -como en un deja vú- se repiten las mismas caras y el contacto con los jugadores es algo normal: salen por el mismo lugar que la gente. Hablar con la figura del día se hace tan fácil como esperar en la puerta unos minutos después de la finalización del partido. Pero algunos tienen mejor suerte que otros. Es el caso de Manuel Muguruza, un conocido pivote del escenario nacional que recorrió el país con el básquet y tuvo la fortuna de presenciar los primeros pasos del mejor jugador de la historia argentina: Emanuel Ginóbili. "Tengo un gran recuerdo de él, más allá de lo deportivo es una gran persona", explica Muguruza, quien convivió con Manu en la pensión de Andino de La Rioja y compartió ese ambiente familiar que hoy es la envidia de muchos.

- ¿Cómo era el equipo?

- Éramos un equipo muy joven, creo que el más joven de la liga. Teníamos una gran ilusión.

- Tenían buenas expectativas...

- Sí, creo que -por lo menos en los equipos que jugué yo- nunca hubo un nivel tan bueno. Los suplentes a veces les pintábamos la cara a los titulares. Los del banco eramos Gaby Riofrío de base, Manu, Gaby Díaz, (Hernán) Pancho Jasen y yo de cinco.

- ¿Y cómo les fue?

- Hicimos una gran liga, terminamos terceros y guardo un buen recuerdo de ese equipo.

- ¿Manu influyó mucho?

- Arrancó de menor a mayor. Pero era tremendamente competitivo, al final le terminó ganando el puesto a Gustavo Oroná que era el titular.

Los elegidos para escribir las mejores páginas de la historia deportiva -casi como una ley-, tienen grandes recuerdos de su primer contacto con el profesionalismo. El 29 de septiembre de 1995 no fue la excepción. Manu debutó con la camiseta de Andino de La Rioja y la rompió.

- ¿Qué te acordás de ese día?

- Él, prácticamente, era uno de los últimos suplentes. Pero en ese partido entró y lo defendió al Pichi Campana. Fue increíble, metió como 18 puntos y ya se vio que tenía algo.

Las estadísticas marcan que el bahiense no convirtió 18 tantos, sino que sólo 9. Pero la perplejidad de Muguruza ante el juvenil, agrandó su recuerdo; una clara marca de la imagen que Manu dejó plasmada en la cancha.

- ¿Tenías buena relación con él?

- Vivíamos en la pensión, pero en pisos diferentes. Así que comíamos juntos todos los días. Siempre fue re ubicado. Tenía los pies sobre la tierra. Me acuerdo que le encantaba jugar al póquer.

- ¿Te acordás de alguna anécdota con él?

- Sí. Una vez le di una clase de manejo y tenía cagazo de que lo viera manejando Oscar Sánchez, el técnico, porque no había dicho nada y Manu tenía 18 años nada más.

- ¿Y qué pasó?

- Nos encontró y nos cagó a pedos... Ja, ja.

- ¿Pero el tenía una buena relación con Sánchez, no?

- Sí, él y Pancho se llevaban bien, todos los fines de semana iban a comer a la casa. Los demás también nos llevabamos bien.

- ¿Lo volviste a ver a Manu?

- No, ahora hace muchísimo que no lo veo. Desde que estuve en Bahía (jugó en Estudiantes).

- Ahora ya estás retirado...

- Así es, terminé mi carrera en Juventud Sionista hace unos años.

- ¿Te juntás a jugar de vez en cuándo?

- No, nunca más volví a jugar.

- ¿Y a qué te dedicás ahora?

- Volví a mi lugar. Trabajo en el campo, acá en La Paz -Entre Ríos-, y vivo con mi familia.

Ese mismo hogar que dejó para cumplir un sueño y lo llevó a ser parte de otro: el de la familia del básquet.