La irrupción de Lebron James en la final de la NBA, a la temprana edad de 22 años, causó gran expectativa. Los periodistas especializados y la afición debatieron sobre el poder que este joven jugador le daría a su equipo, los Cleveland Cavaliers. Se les hizo fácil adivinar lo que este jugador podía brindar, todos concordaron en la gran calidad que muestra en cada uno de sus movimientos. Lo que nadie pudo anticipar fue que la defensa de San Antonio, su rival, opacaría a un James que estuvo irreconocible en los tres primeros cuartos.
Bruce Bowen fue el principal encargado de llevar a cabo una marca asfixiante. Tanto es así que James llegó a tener un récord de 1-10 en tiros de cancha, aunque finalmente terminó con 4-16. El argentino Emanuel Ginóbili colaboró, en algunos tramos del encuentro, con su compañero Bowen y ayudó a mantener el ritmo que los Spurs necesitaban para detener a la estrella de los Cavaliers.
Que James haya terminado con 14 puntos no es un dato menor. Llegó a esa cifra aun "jugando mal". Eso demuestra lo gran basquetbolista que es. Cleveland, con la baja productividad de su jugador franquicia, sólo perdió por nueve. San Antonio deberá seguir haciendo un gran esfuerzo si quiere ganar el anillo. Ya demostraron que pueden, ahora resta esperar.
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